Publicado por : Adycto 31 de xaneiro de 2014

El estrés de un día tan extraño como el que le estaba tocando vivir a Pablo, iba diluyéndose en el denso humo que salía de su boca, tras cada calada. La hierba era de primera y el humo se estaba llevando, no sólo su estrés, sino también su capacidad para concentrase en otra cosa que no fuese el culo de la rubia que, además, no dejaba de moverse de un lado para otro repartiendo flyers. 





Una parte de su mente, le decía que debía acabar el peta y subirse a la habitación a darle un nuevo vistazo a las fotos que habían elegido para la revista, sólo para asegurarse de que eran buenas. Por aquello de quitarse ese resquemor que sentía, desde que se había enterado del problema con Turgalicia. Todos, la agencia y Mayte, le habían dicho que eran perfectas, que ese no podía ser el problema. Seguro que se habían pasado el día observándolas con detenimiento pero, aún así, quería comprobarlo por él mismo.

El "lado oscuro" de su mente, azuzado sin duda por el THC -eso lo tenía claro-, le decía que las fotos se podrían mirar mañana con más calma, con la cabeza más despejada. Que ahora lo mejor era desconectar un poco, que para eso se habían tomado esas vacaciones. Que acabase el peta, que se acercase a la barra a pedir un Margarita y que fuese a hablar con la rubia. Era un buen momento, le insistía el "lado oscuro", para conseguir un par de repuestas rápidas sobre el episodio de la cervecería. La rubia estaba trabajando, no podía arriesgarse a un numerito, y él podía montarle uno bueno. 

Al fin y al cabo, se marcharía de allí en cinco días.

El murmullo de la gente tomando copas alrededor de la piscina y el suave Chill out, que buscaba crear ambiente, entraron de golpe en su cabeza. Como si sus sentidos, por decisión propia, quisieran ponerle banda sonora a sus pensamientos. También sintió hambre y sed, de repente. Y precisamente con la intención de aplacar esas primarias necesidades que su cuerpo reclamaba, tiró la "chusta" a un lado y se dirigió, con paso inseguro, hacia una de la barras.

Pablo no fue consciente de tomar la decisión de comenzar a andar. Su mente todavía debatía sobre si debía subir a ver las fotos o no, pero su cuerpo ya había tomado una decisión y a Pablo, en el fondo, le parecía bien. ¡Qué  coño!, pensó. Las fotos se podían ver mañana y "lo gordo" ya estaba resuelto. El disco duro saldría a primera hora y el sábado estaría en manos de Mayte. 

La decisión estaba tomada, cuerpo y mente actuaban de nuevo al unísono.

En ese momento la barra de cocktails estaba bastante "accesible", así que caminó hacia ella. Tenía la boca pastosa y le costaba despegar los labios. Lo primero sería acabar con la sed. Ya con medio Margarita en el estómago y otro esperando en la barra -ventajas del "todo incluido"-, Pablo se concentró en ver dónde estaba la rubia. Los aperitivos que le habían servido con las copas le habían calmado un poco el hambre y la ingesta de líquidos también le había ayudado a recuperarse del efecto del peta.

De repente, la rubia se giró como parte de un paso de baile con el que trataba de atraer clientes a su local y su mirada se cruzó con la de Pablo. No fue ni un segundo, pero ambos se dieron cuenta. La rubia agitó la mano a modo de saludo y comenzó a caminar en su dirección con una gran sonrisa atravesando su cara, al tiempo que repartía los últimos flyers que llevaba en la mano a la legión de "admiradores" que dejaba a su paso.

Pablo devolvió el saludo y se encajó el medio Margarita que aún tenía en la mano, al tiempo que se giraba para dejar el vaso vacío y coger el que le estaba esperando en la barra. Cuando se volvió a girar en dirección a la rubia, ésta ya casi estaba a su lado. Pablo no sonrió. Pensó en John McClein y en la cara que pondría él en esa situación y trató de imitarla. 

- Hola Pablo, ¿Cómo estás?, dijo la rubia mientras lo cogía por el brazo con una mano para ponerse de puntillas y darle dos besos en la barba. Me alegro de verte, continuó, ya de nuevo con los dos pies perfectamente asentados en el suelo. Ya ves, yo trabajando. Bueno, aquí ya casi he terminado pero en un ratito, en cuanto terminen mis compañeros que andan por ahí -dijo señalando a la zona de la piscina y también del comedor-, nos toca ir a otro hotel. Y después a Jungles hasta las 3, dijo con un mohín de aburrimiento.

- Ya veo ya, contestó Pablo. Yo por aquí, tomando una copa. Perdona que antes me fuera con tanta prisa, se sorprendió diciendo, tenía que resolver un tema de trabajo y andaba apurado, dijo poniendo gesto de disculpa.

- No te preocupes. Disculpas tengo que pedirte yo, dijo la rubia poniendo de nuevo aquella cara de "niña buena". Cuando te fuiste no sabía nada de lo que había hecho Félix, continuó, me lo contó cuando entré, al ver que no entrabas conmigo. Joder, lo siento, dijo. El tipo no está muy bien de la cabeza pero es un buen amigo. 

- No te preocupes Yaiza, contestó Pablo pronunciando su nombre con todo el retintín del que fue capaz. Como decía Loquillo, no vine aquí para hacer amigos...Aún así, gracias por tu disculpas.

- Me llamo Vicky. Bueno, dijo la rubia, realmente me llamo Victoria pero todo el mundo me conoce por Vicky. Lo del nombre falso ya te imaginas, continuó, son cosas del negocio.

- Encantado Vicky, dijo Pablo con gesto cortés. Podías haber elegido uno mas creíble que Yaiza, pero eso puedo entenderlo. Ahora bien, continuó, lo del numerito de Félix no me parece ya tan normal...

- Lo del numerito de Félix, respondió Vicky tras una pausa, es algo que surgió como una broma una vez. Fue el año pasado Yo estaba en la cervecería con un tipo, como hoy contigo. Y cuando volví a la cervecería Félix estaba riéndose como un loco y el "cliente" se había ido. Le dije que no volviese a hacerlo pero ya me lo ha hecho un par de veces más, aparte de la de hoy. En todas menos esta tarde, dijo con una sonrisa, nos quedamos con la droga y sin el tipo

- Ya veo, contestó Pablo notando como su autestima aumentaba por momentos. Además de al menudeo os dedicáis también al timo. Sois gente emprendedora. De la que necesita el país, ironizó mientras bebía otro trago. ¿Quieres tomar algo mientras esperas a que terminen tus compañeros?, preguntó Pablo, de nuevo con una sonrisa en los labios.

- Vale, respondió Vicky mientras encendía un cigarro. Entiendo tu cabreo Pablo, pero ya te he pedido disculpas. Puedes aceptarlas o no, prosiguió, pero tampoco se nos va la vida en ello. Si quieres haz un drama, pero deberías estar hasta cierto punto contento, dijo con una sonrisa pícara de nuevo en la cara, eres el primero que no se ha ido.

Pablo lo pensó durante unos segundos antes de responder. La verdad es que, bien mirado, tampoco había que hacer un drama. Lo habían intentado "tangar" y no habían podido. Él ganaba. Lo único que tenía que hacer es ser precavido, nada más. Y no fiarse de la rubia, no dejarse llevar. Podía hacerlo.

- Está bien Vicky, respondió. Tienes razón, no hay que hacer un drama. Acepto tus disculpas con una única condición, dijo Pablo mientras se giraba hacia el camarero para pedir otra ronda, que me cuentes por qué tu amigo Félix hablaba "con la ede" cuando lo conocí y a los pocos minutos lo hacía perfectamente...Me tiene muy intrigado, concluyó Pablo cara de misterio.

- Eso está hecho, contestó Vicky, te lo cuento después de que me invites a una raya de esa coca que te vendí esta tarde. Yo no llevo nada encima cuando estoy "de servicio".



Conversando

Con tecnoloxía de Blogger.

Arquivo Xornal Aberto

Busca no Blog

- Copyright © Xornal Aberto -Metrominimalist- Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -