Publicado por : Adycto 8 de xaneiro de 2014



Esta é a carta entrega do noso relato en castelán "La Piscina". Se queres lelo dende o comezo preme neste enlace. Se so queres ler esta entrega preme en "Ler máis".









Soy Pablo, ahora no puedo atenderte. Deja tu mensaje después de escuchar la señal.

Carmela masculló un joder contenido y dejó mensaje.

Pablo, quita de una vez el puto buzón. Cada vez que salta, alguien paga. Llámame cuando escuches esto. Me ha llamado Mayte, tu socia, para decirme no se qué de una fotos para la revista de Turgalicia. Que te ha llamado y mensajeado pero que no contestas. Y por cierto, ya puedes ir borrando de su agenda el número de mi casa. ¡Hace cinco meses que no vives aquí, joder!

Y aprovecha y diles también a los del banco que cambien tu dirección. Y a los de la revista de historia, lo mismo. Y ya hablaremos luego, pero que sepas que no pienso hacer más el paripé de estos días con tu familia. ¡Échale güeros y sigue tu vida, joder!  

Carmela colgó el teléfono con rabia. De esa que se nota al otro lado del teléfono. De esa que crece en un segundo. De esa que solo las madres y los "ex" pueden provocar.  

Acababa de entrar en casa después de una tarde de compras navideñas y tras otro día "al servicio de Galicia" . Lo único bueno era que mañana era viernes, Santos Inocentes para más inri. A las tres estaría libre y no volvería a la oficina hasta el miércoles siguiente. Cosa de los "Moscosos".  

Con las cartas del buzón todavía en la mano y varias bolsas colgadas de los brazos había logrado abrir, a duras penas, la puerta de entrada y, antes siquiera de poder cerrarla, el teléfono del salón había comenzado a sonar. Dejó las bolsas en la entrada, apoyadándolas contra el mueble del recibidor mientras cerraba la puerta, y todavía con las llaves y las cartas en la mano, se acercó al teléfono para coger la llamada. Antes de descolgar había leído "Pablo Oficina" en el visor, así que descolgó  extrañada. Sabía que Pablo estaba en Lanzarote de vacaciones.  

Había notado a Mayte nerviosa. Mayte sabía que Pablo y ella ya no estaban juntos porque Carmela se lo había dicho -podía esperar por Pablo- y, aún así, había llamado. 
Después de pedir perdón por llamar hasta tres veces le dijo lo de las fotos de Turgalicia y lo de que, si hablaba con Pablo, le dijese que la llamase. Que era importante. Al parecer, según le contó Mayte, la agencia para la que realizaban aquel trabajo había llamado reclamándoles todas las copias del bruto del material fotográfico del último numero. Era algo extraño, le dijo Mayte, porque en la agencia siempre solían trabajar con la selección de fotos que ellos le enviaban, nunca con el bruto. A veces les pedían algún paquete extra de fotos pero nunca un total. Y además, ese material lo almacenaba Pablo en discos duros, en su piso, no lo tenían en la oficina.  

Carmela le dijo que no se preocupara, que si hablaba con Pablo por algo lo avisaría, pero que no entraba en sus planes hablar con él hoy. Mayte le dijo que ella lo había llamado varias veces y que le había mandado unos SMS -Pablo había desconectado la tarifa de datos para poder disfrutar de sus vacaciones así que el wasup y el correo eran inútiles- pero no había respondido. 

- Por eso te llamaba, le dijo a Carmela 

- Pues la verdad, no entiendo por qué me llamas a mi Mayte, le respondió Carmela.  

- Se que en una putada Carmela, dijo Mayte, pero quiero que lo llames tú. Nos estamos jugando el negocio. Esta agencia es nuestro principal cliente y no podemos perderlo. Pablo quería desconectar del trabajo, así que es posible que no responda mis llamadas ni mensajes. Se que es abusar pero, si lo llamas tú, seguro que te responderá. Se que es una putada que te llame, repitió Mayte, pero no lo haría si tuviese otra opción. Creo que lo sabes.  

- Está bien Mayte, cedió Carmela, te cuelgo y lo llamo. De lo que sea te cuento.  

- Gracias Carmela, te debo una. 

 -No me debes nada. 

Carmela esperó que bajase su enfado con Pablo mientras dejaba las cartas y las llaves sobre la mesita del salón. Respiró profundamente mientras su mente recordaba la reciente comida de Navidad en casa de Pablo. Fingiendo que todo seguía como los últimos cinco años. Que Pablo y ella estaban juntos. 

Al fin logro calmarse un poco. Buscó en la agenda del teléfono y rellamó al numero "Oficina Pablo".  


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