Publicado por : Adycto 4 de febreiro de 2014

Achegámonos ao final do relato. Esta é a antepenúltima entrega. Se todo vai segundo os nosos plans este domingo subiremos o último capitulo, aínda que, como ben sabe Pablo, todo pode cambiar cando un día sae atravesado.
Se queredes ler a historia dende o comezo o podedes facer neste enlace.

La explicación que la rubia le había dado sobre el "defecto" al hablar de Félix no había resultado muy creíble. Algo de que era actor aficionado y se pasaba el día probando personajes o algo así, pero a Pablo eso había dejado de interesarle, al menos por el momento. Las rayas con Vicky, al final habían sido dos por barba, habían cambiado sus prioridades. 

Primero, su mente descartó la posibilidad de tener sexo. Fue más o menos cuando al entrar en la habitación, como quien no quiere la cosa, la rubia le había espetado un contundente "sólo venimos a meter unas rayas, ¡Eh pillín!, con la sonrisa de "niña buena" de nuevo en su cara. ¡ Fue un bajón! De la piscina a la habitación la cabeza de Pablo había imaginado, al menos, 74 escenas distintas de sexo con Vicky en la habitación del hotel, alguna incluso con disfraces de Papa Noel, por aquello de estar en Navidades, quería suponer.

Una vez digeridas las primeras rayas, que la rubia preparó con la destreza que sólo la constancia otorga, los intereses de Pablo cambiaron. Se centraron en la vida nocturna de la localidad. La raya lo había disparado y el calentón que tenía, por culpa de su mente depravada, le hacía preguntar sin parar sobre terrazas, pubs, discotecas,...

Cuando Vicky propuso hacerse otro "tiro", Pablo asintió distraído. Había visto el ordenador sobre la mesa y, por un momento, su cabeza volvió a las fotos...¿Por qué coño les habían pedido el bruto?, pensó. Mientras Vicky diseñaba paralelas sobre su móvil y comenzaba a contar la historia de que Félix era actor aficionado, o algo así, Pablo se acercó al ordenador y comenzó a pasar, una a una, las fotos que habían mandado a la agencia. Su mente había marcado una nueva prioridad.

Vicky apareció, de repente, a su lado. Ahora ella también estaba mirando la pantalla del ordenador, al tiempo que, distraída, le ofrecía a Pablo un billete enrollado y una fina raya de coca, perfectamente dibujada sobre la parte trasera de su móvil.

- ¡Qué foto más chula!, le dijo mientras Pablo cogía el billete y aspiraba con fuerza la raya. ¿De dónde es?

- La que tengo ahora en pantalla, respondió Pablo, es del puerto del Grove, en la provincia de Pontevedra. La foto está hecha a primera hora de la tarde. 

- ¿ Es tuya ? ¿ Eres fotógrafo?, preguntó mientras se dirigía al baño.

- Sí, soy fotógrafo, respondió Pablo sin apartar la vista de la foto, comprobando que todo estaba como debía.

- Es una profesión que siempre me ha llamado la atención, respondió Vicky desde el baño.

Pablo cerró el portátil. 

Quién sabe si por efecto de la coca o de su mente calenturienta, pero lo cierto es que habían dejado de interesarle la fotos. Ahora volvía a preocuparle más disfrutar de una buena fiesta y, si era posible, echar un polvo, aunque no fuese con Vicly. 

En esas estaba Pablo cuando la rubia salió del baño con su maquillaje visiblemente retocado, dispuesta a marcharse y seguir trabajando.

- Dame un segundo. Me lavo la cara y bajo contigo, así me repites a dónde puedo ir a tomar una copa, dijo mientras se dirigía hacia el baño.

- Vale, contestó la rubia desde al lado de la puerta. Pero como te decía, lo mejor que puedes hacer ahora es aprovechar la fiesta del hotel o ir a alguna terraza estilo "BlindSun". Si luego te apetece salir pásate son el Jungles's y nos tomamos una. Y si te portas bien conmigo -volvió a poner la cara de "niña buena"- te llevo a un local cojonudo que conozco para después. Todo el personal, desde los de seguridad al pincha, van vestidos como curas, monjas, frailes,...Y el local está en un antiguo convento. "Oratus", se llama el sitio. Seguro que te va a encantar. 

- Seguro que sí, tiene muy buena pinta, respondió Pablo mientras salía del baño secándose las manos con una toalla. Otra cosa es que me apetezca salir...Aunque después de esto, dijo agitando el "pollo" de coca entre los dedos índice y pulgar de su mano derecha, no creo que me vaya a ir para cama...

- Eso va a ser difícil, respondió la rubia con una medio sonrisa. ¿Estás listo? dijo mientras comenzaba a abrir lentamente la puerta de la habitación. Tengo que irme.

- Sí. Déjame ver...Cartera, móvil, drogas, llaves...repasó Pablo en alto. Creo que tengo todo.

- No te olvides de los condones, dijo Vicky mientras abría  completamente la puerta de la habitación y salía al pasillo.

- Los llevo en la cartera.

Ya en recepción, la rubia se despidió de Pablo con dos sonoros besos y un "nos vemos luego", que casi sonó a amenaza. Mientras se alejaba, Pablo volvió a deleitarse con el movimiento de su culo dentro de aquella miniminifalda blanca.

Una vez la perdió de vista, Pablo se dirigió hacia la fiesta de la piscina. Estaba claro que ahora no podía irse para cama, así que lo mejor sería que se tomase un par de copas. En dos horas seguro que estaría tan cansado que solo le apetecería irse a dormir y así podría levantarse al día siguiente para comprobar que el envío salía a su hora. No tenía por qué hacerlo, pero le parecía lo más correcto.

La coca siempre le daba ganas de fumar así que, lo primero que hizo en cuanto atravesó la puerta que lo llevaba a la zona de la piscina, fue encender un cigarro. De camino a la barra fue "escaneando" a todas las féminas que no contaban con compañía masculina. La Universidad le había enseñado muchas cosas, la mayoría de ellas fuera de los recintos académicos.

La verdad es que, para un día como el que llevaba a cuestas, terminar echando un polvo sería un final apropiado. Aunque la "afortunada" no fuese Vicky.

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